martes, 1 de febrero de 2011

La lengua de la ficción ¿Una lengua fictícia?

Después de un año sin publicar, vuelvo desde el blog colectivo que cuatro compañeros (Gab Kar Wai, Chon González, Martín Román y yo) hemos puesto en marcha: GuionistasVlc. Allí o aqui nos seguiremos viendo.




Con la excepción de L’Alqueria Blanca, un éxito de público que ni sus creadores ni Canal 9 se esperaban (a Autoindefinits tampoco le fue mal, pero duró menos), lo cierto es que la ficción valenciana siempre ha tenido unos resultados muy modestos. Se ha invertido mucho dinero en series que luego quedaban muy por debajo de la media de la cadena, que ya de por si es muy baja. Aunque habia hambre atrasada de ficción en nuestra lengua, el público terminaba prefiriendo otras ofertas en las grandes cadenas generalistas.

¿Los nuestros eran un producto peor? No lo creo. Los medios de producción, sin llegar al nivel de Los Soprano, no estaban por debajo de otras series de Antena 3 o Tele 5. Nuestros guionistas y actores no son malos. De hecho, a unos y a otros, se les llama con frecuencia para trabajar fuera. Están, por así decirlo, dentro del “standard de calidad” vigente en el conjunto del país.

Pero, viendo la mayoria de las series locales, no puedo dejar de sentir, como espectador, un nosequé que me resulta forzado, antinatural, molesto incluso… o mejor dicho, no viendo sino escuchando. Es una opinión muy personal, pero a mi me echan para atrás los diálogos. Rara vez me parecen naturales. A sus veinte años de funcionamiento, la ficción valenciana no ha conseguido crear un modelo lingüístico satisfactorio.

Por ley, las televisiones autónomas, en las comunidades con lengua propia diferente del castellano, tienen como misión contribuir a la normalización de ésta lengua. Todos sabemos del incumplimiento sistemático de este mandato legal en Canal 9 y no insistiré más en ello. Pero, quizá para compensar este incumplimiento, allá donde el valenciano es aún la lengua de trabajo, con frecuencia nos encontramos con el polo opuesto: una actitud excesivamente purista, que, en mi opinión, tampoco nos lleva a ninguna parte.

Canal 9 tiene desde su fundación un departamento de Asesoria Lingüistica. Su cometido principal debe ser el ayudar a fijar un modelo de lengua moderno, útil y correcto: un departamento que sirva de apoyo a todos los que escribimos para la cadena. En la práctica, el paso de nuestros originales por las manos del corrector, aún para los que tenemos un dominio del idioma propio nada despreciable, lo hemos vivido siempre como un momento de terror. Es una putada recibir un guión lleno de anotaciones en rojo cuando estás ya a punto de entrar en la sala de sonorización y llevas los plazos ya muy apretados. Ningún problema si se trata de corregir alguna falta de ortografia, algun fallo de sintaxis… pero lo grave era cuando la corrección te destrozaba un chiste o le quitaba toda la segunda intención a una frase.

Todos tenemos anécdotas en este sentido. Yo recuerdo haber introducido en un guión de documental, como cita literal tal cual, una copla popular que se salía de la normativa. Al devolverme el guión pasaban olimpicamente del hecho de que fuese una mera cita literal – y de su origen popular- y me la corregían, con lo cual la métrica y la rima de la copla se esfumaban. Y con ellas toda la chispa que se le intentaba dar a ése momento. Y como su dictamen era innegociable e inapelable… tenias que inventarte otra cosa mientras dejabas al locutor y al técnico de sonido esperando y al productor mirando el reloj nervioso.

Así que, paradoja, profesionales que sabemos y queremos escribir en nuestra lengua, nos sentiamos aliviados cuando nos llamaban para trabajar en un programa y nos decian que era en castellano. Al menos nos evitaríamos uno de los trámites más enojosos de la casa.

Pero más allá de la molestia personal que me pudiese causar, entiendo que también el producto se ha resentido y mucho por esta intransigencia. El modelo lingüístico vigente resulta distanciador para muchos espectadores, que no se reconocen en él. Y resulta castrante para el escritor porque nos priva de recursos dramáticos básicos.

Por una parte se ha pretendido crear un habla completamente neutra, en la que no debe manifestarse ninguna variedad dialectal. Las comarcas no existen, un personaje de las montañas de Castelló no podia decir: “Corríe que volae”. Hace muchos años la Asesoria no dió el plácet a un estupendo actor de teatro (y ayudante de dirección de Albert Boadella en varios montajes de Els Joglars) porque se le notaba demasiado que era de Gandia. ¡Qué pecado! Por esa parte perdemos riqueza y conocimiento.

Pero lo que más me preocupa como guionista es que perdemos herramientas de caracterización. Aristóteles, en su siempre útil Poética, avisaba: que el viejo hable como viejo y el joven como joven. Este mismo principio fue recogido en la Poética de Horacio, refieriendose a él como Decorum, que significa adecuación. El modelo lingüístico de la ficción valenciana es sumamente “indecoroso”, pues. Todos los personajes, sea cual sea su educación, su medio cotidiano, sus origenes y clase social hablan exactamente igual. Todos parecen haber aprobado el Grau Superior de la Junta Qualificadora. O el Mitjà, como mínimo. Y una lengua tan primorosamente lavada, planchada y almidonada es falsa. Y es dramáticamente coja. Para la ficción en general y, muy especialmente, para la comedia.

No reivindico el costumbrismo a la vieja usanza, a lo Paco Martinez Soria o Juanito Navarro. El que un personaje hable “mal” es un pobre recurso de comicidad. La gracia debe estar en otra parte: en lo que le pasa, lo que hace, en los berenjenales en que se mete. No en que diga cocreta en vez de croqueta. Pero sí necesito que hable “mal” – o al menos con naturalidad y sin academicismos- por una pura razón de credibilidad del personaje. O para poder marcar contrastes. O para evitarme explicaciones: ¿qué mejor manera de decir “yo no fui al colegio” que delatarse por su manera de hablar y no tener que contarlo por diálogo? En una serie valenciana actual sé quien es el labrador y quien el abogado porque uno lleva boina y el otro corbata. Pero si cierro los ojos y simplemente escucho no tengo ningún elemento que me permita distinguirlos. La ultracorrección lingüística ha pasado como una apisonadora por encima de todos los matices. Lo que queda al final es un chiste de D. Pío contado por el Rector de la Universidad: nada.

Creo que una de las claves del éxito de la Alqueria ha sido precisamente alejarse de esta actitud fundamentalista. Aún conserva algunos resabios: no entiendo porque el diminutivo de vermut ha de ser vermudet y no vermutet, pero sí ha introducido suficientes elementos “heterodoxos” que han ayudado a calar en el público. Los índices de audiencia -santa palabra- les permiten a sus guionistas – yo fui uno de ellos durante un tiempo – “desoír” el hasta ahora indiscutible criterio del asesor. Antes cité tambien Autoindefinits. En este caso se iban al lado contrario: “Ací no em caben totes les meues cintes de video Vé Hac Esa”. Por eso, perdona Chon, no la veía a gusto.

La lengua hay que cuidarla y respetarla. Pero para la ultracorrección ya están las locuciones de documentales e informativos. En la ficción, y más aún en la ficción cómica, necesitamos modelos más vivos, menos encorsetados. Entre otras cosas le evitaremos momentos de “atragantamiento” a los actores, cuando tienen que vérselas con frases muy conformes a la norma pero artificiosas. Y porque el peor favor que se le puede hacer a la supervivencia del valenciano es que cambiemos a Antena 3 o Tele 5, porque nos creemos más a sus personajes, porque “ellos sí hablan como nosotros”.

Acabo el post con un fragmento de una serie que me hizo disfrutar muchísimo: Lo Cartanyà, de TV3. Esta ambientada en un pequeño pueblo de la Franja y en ella se ha asumido el habla de la comarca sin ningún tipo de complejos. Me parece una estupenda demostración de que el amor a una lengua se manifiesta con el uso alegre y desenfadado, cotidiano, mucho mejor que blandiendo el lápiz rojo a todas horas.


jueves, 10 de diciembre de 2009

Nuestro castizo garrote vil (manual de instrucciones)

"Pero, dejádme, ¡ay!, que yo prefiera la hoguera, la hoguera, la hoguera..." Así cantaba Javier Krahe en la canción que abria aquel mítico disco que grabó junto a Joaquin Sabina y Alberto Pérez en la sala La Mandrágora, de Madrid. La Hoguera fue el primer gran éxito de Krahe y, para muchos, sigue siendo su canción más representativa. El disco se grabó en 1981, tres años después de la abolición de la pena de muerte en España. Buen momento pues para permitirse hacer algo de coña con el tema.

Krahe preferia la hoguera, sin desdeñar otros procedimientos (la canción hace un repaso de los pros y contras de cada uno). La hoguera no era exactamente un procedimiento típico de la justicia española, sino más bien eclesiástico. Aqui fue sobretodo un instrumento de la Inquisición, pero no se aplicaba en otros ámbitos. Tampoco la hoguera es exclusiva de España. Francia (Juana de Arco) o Estados Unidos (las Brujas de Salem) también encendieron sus fogatas ad maoirem Dei gloriam.

El que sí era tan nuestro como el flamenco o los toros era "nuestro castizo garrote vil". Cierto que se usó en otros países, así se ejecutó por ejemplo a la primera esposa de Mao Tse Tung. Pero entre nosotros tomó tal carta de naturaleza que se convirtió en uno de los símbolos más típicos de la "España Negra".

Me ha venido todo esto a la cabeza al leer que Estados Unidos tiene en estudio una modificación de la fórmula empleada para ejecutar mediante inyección. Se espera que esta fórmula nueva sea menos dolorosa para el reo. Este detalle humanitario de la administración Obama (hoy mismo ha recibido el Nobel de la Paz, enhorabuena) me ha hecho recordar no sólo la canción de Krahe, sino un demoledor documental español que se estrenó en 1977, aunque se rodó clandestinamente en 1973.

Aqui os pongo un pedacito especialmente escogido. Los que intervienen en él no son una pareja cómica, aunque puedan parecerlo por momentos. Se trata de dos auténticos verdugos (Administradores de Justicia, según el Convenio), que ejercieron durante los últimos años de vigencia de la pena capital en España. Ahi va todo un sencillo y claro manual de instrucciones de su instrumento de trabajo.



"Y se puede ir uno ya, que eso ya queda hecho..." Joer, que profesionales, la seguridad que da el oficio... Decia antes que por momentos parecian una pareja cómica. ¡Y tanto! Si no supiésemos quiénes son en realidad hasta podrian hacerle la competencia al gran Pepe Isbert: "Cuidado con la palomilla de la derecha, que está floja...".


Queridísimos Verdugos
. Así tituló su documental Basilio Martín Patino. Al cineasta nunca le gustó definirse como documentalista, él preferia "incordiador". Aunque dejó firmados tres interesantísimos documentales: Canciones para después de una guerra y Caudillo, además de éste.

Tal vez los otros dos documentales hayan envejecido ahora que han perdido su razón de "oportunidad política". De Canciones hay que salvar, eso si, su valor como documento de la memoria sentimental colectiva (con Franco o sin él me sigue gustando escuchar Ojos verdes) Pero Queridisimos verdugos me sigue pareciendo actual y rompedor. Aunque la pena de muerte lleve abolida más de veinte años. Mientras siga teniendo sus defensores habrá que seguir viendo esta película (yo la pasaria en todos los Institutos, en clase de Educación para la Ciudadania).

Y no ha envejecido porque el retrato social de tres desheredados (los dos de la escena y un tercero) dispuestos a todo por un plato de lentejas me sigue sonando a cosa de hoy hoy mismo. Como crónica negra tampoco tiene desperdicio: por las manos de estos "artistas" pasaron los gaznates de la creme de la creme de la delincuencia española de medio siglo.

En el género documental "comprometido" se han hecho cosas muy buenas en estos últimos años (Balseros, La espalda del mundo...) pero creo que el sabor a vinagre que te deja en la boca Queridisimos verdugos es especialmente intenso. En fin, un título imprescindible.

sábado, 5 de diciembre de 2009

El feo francés que (casi) inventó la Bossa Nova



Para no ofender a nadie, ni a ellos ni a sus fans, no pondré ningun ejemplo de cantantes que triunfan por guapos, pero que, musicalmente hablando, no aportan nada. Ni siquiera afinan. Todo lo contrario de Henri Salvador. Ya veis por la foto que muy guapo no era, pero muy pocos lograron cantar con esa delicadeza.

Henri Salvador era un francés de Ultramar. Nació en 1917 en Cayena, la capital de la Guayana francesa. Su padre era descendiente de españoles y su madre una guadalupeña de origen indio. La familia se trasladó a París siendo aún niño. Allí descubrió la música de Louis Armstrog y Duke Ellington, muy populares en Francia. Empezó muy pronto su carrera musical: a los 18 años fue contratado por el mítico guitarrista de jazz (francés y gitano) Django Reinhard y poco después se embarco hacia una larga gira por Sudamerica con la orquesta de Ray Ventura. Allí desarrolló su faceta de showman cómico. El público brasileño encontraba frios a aquellos franceses y Henri Salvador intentaba animarlos imitando a Popeye.

De vuelta a Francia Salvador se convirtió en uno de los nombres imprescindibles en la programación de los Music-Hall franceses. Actuó en los espectáculos de Mistinguett y colaboró con Boris Vian, quien le escribió la letra de algunas canciones, como el divertido Blues du Dentiste. Salvador también participó como actor en algunas peliculas, aunque la que traeria más consecuencias fue el documental Nuits d'Europe (1959), dirigido por Alejandro Blasetti, un recorrido por los principales locales de variedades y striptease de Europa. En este documental Salvador interpreta una de sus composiciones, un bolero titulado "Dans mon île".

Cuando la pelicula se estrenó en Brasil, la canción llamó la atención de un joven compositor que estaba intentando renovar la música popular brasileña sobre la base de la samba, pero sin haber encontrado aún un nuevo estilo definido. Era Antonio Carlos Jobim, quien pocos años después compuso temas tan emblemáticos como Garota de Ipanema o Desafinado. Jobim ha reconocido en varias ocasiones que la canción de Henri Salvador le ayudó a salir del bloqueo estético en que se encantraba. Dans mon île le dió la clave: se trataba de darle a la samba un tempo mucho más lento, a la vez que se enriquecia la armonia y se introducian unas progresiones melódicas más sutiles. Así nació la Bossa Nova y empezó un glorioso capítulo de la historia de la música popular. No sólo Jobim, también músicos como Joao Gilberto o -más tarde- Caetano Veloso, consideran a Henri Salvador como una de sus grandes influencias.

No tengo a mano un clip de la interpretación de Dans mon île de 1959, pero si una grabación bastante posterior. En ella vemos a un Henri Salvador ya octogenario, pero que sigue cantando con una clase inigualable. La canción es una delicia: La base rítmica todavia pertenece al bolero, pero la armonia (esos maravillosos acordes de 6ª) son ya Bossa Nova.



En la década de los 60, la carrera de Henri Salvador tomó un extraño derrotero. Se conviertió en una estrella televisiva interpretando canciones como Juanita Banana y otras igual de horribles. Las escenificaba en unos clips espantosos en los que aparecia ridiculamente disfrazado y cantando, con frecuencia, con un falsete abominable. De inpirador de la Jobim pasó a precursor de Georgie Dann. Para muestra unos de sus temas emblematicos de la época: Le travail c'est la santé (El trabajo es salud). Con verguenza ajena os incluyo el clip. Y no es las peores cosas que hizo.




Pero esta "decadencia" artística le dió una enorme repercusión pública. Muchos franceses de hoy recuerdan a Salvador por esta etapa lamentable. Esta etapa de crisis... ¿Fue una decisión propia? ¿Lo hizo por gusto o por necesidad? No lo sé, pero lo cierto es que, a ratos perdidos, Henri Salvador seguia componiendo. Completó un album titulado Chambre avec vues (Habitacion con vistas), que fue rechazado por todas la compañias discográficas a las que se presentó. En palabras del propio Henri Salvador: "La inteligencia, la delicadeza y la generosidad no son cualidades muy extendidas en este negocio".

Henri Salvador ya pasaba de los 80 años cuando, finalmente un amigo le prestó el dinero necesario para grabarlo y lanzar una pequeña edición de autor. Fue un exito de crítica. Caetano Veloso dijo que Chambre avec vues era el más bello album de Bossa Nova que se habia grabado en muchos años. Henri Salvador volvió a ser un músico admirado sobretodo por otros músicos. Gente como Céline Dion le pidieron grabar duos con él. Fue mucho más que el musico pachanguero que muchos recuerdan: cantó con la orqueta de Count Basie, con Ray Charles, le acompañó al piano Michel Petrucciani... Sus discos como cantante de jazz de los 50 son un lujo. Y su renacimiento, ya entrado el siglo XXI, un milagro por su calidad y por la edad del artista.

En 2005 recibió de manos de Gilberto Gil, músico y ministro de cultura, en presencia del presidente Lula, la Orden del Mérito Cultural del Brasil, en reconociemiento a su aportación. Dió su último concierto con público pocos meses antes de su muerte, pasados los 90 años. Si alguna vez os hablan con desprecio de él ("Ah, si... el que cantaba en francés Juanita Banana..."), recordad todas estas otras cosas. Mi última sugerencia es que escuchéis Dans mon île junto a alguien que querais... lo que pase después ya es cosa vuestra.

lunes, 30 de noviembre de 2009

Nieves Conde: un genio incómodo



Que la historia la escriben los vencedores es cosa sabida. Pero tambien se sabe que, cada cierto tiempo, se da la vuelta a la tortilla. Entonces se reescribe y los héroes y los villanos intercambian sus papeles. El problema es encajar a aquellos personajes que se han hecho incómodos para los dos bandos. Unos por otros, se queda siempre pendiente su homenaje.

Para el franquismo, el buen cine es lo que hacian gente como Juan de Orduña o Jose Luis Saenz de Heredia: temas históricos de exaltación patriótica, gestas militares, falangistas heroicos... Para la oposición antifranquista el buen cine español (al menos el hecho en España, exiliados como Buñuel aparte) es aquel que empieza con Bardem y Berlanga.

Muy pocos recuerdan a Jose Antonio Nieves Conde. Sólo los muy interesados en la historia del cine español de la época. Para el público en general, incluyendo a muchos buenos aficionados, es un desconocido. Todos hemos visto montones de veces El verdugo o Plácido... pero si preguntamos por Surcos, de 1951, la obra maestra de Nieves Conde, ya somos muchos menos. Yo la vi por primera vez en el programa de Garci (Que grande es el cine), creo que a mediados de los ochenta. Pero, injustamente, se suele quedar fuera de los ciclos dedicados a la época. Porque esta película es una auténtica joya.

El neorrealismo "a la española" casi siempre estaba teñido de humor negro. La realidad, durísima, venia envuelta en un tratamiento de comedia. No sólo en Berlanga, tambien en Marco Ferreri (El cochecito) o Jose Maria Forqué (Atraco a las 3). Surcos prescinde completamente de este filtro humorístico para presentarnos la realidad de aquela época con toda su crudeza.

Surcos cuenta la historia de una familia campesina que emigra del pueblo a Madrid, en busca de mejores oportunidades. No voy a destripar aqui el argumento. Simplemente diré que la aventura les sale muy cara a todos ellos. El retrato que hace de la época es desolador, por mucho que el régimen de Franco nos inundase de triunfalismo. Estan presentes sin tapujos el estraperlo, la miseria, la prostitución...

Se podria pensar, al verla sin más preambulos, que es la obra de algun cineasta comunista emboscado. Pues bien, Nieves Conde fué un falangista que en la Guerra Civil se enroló como voluntario en el cuerpo de Alféreces Provisionales. La idea de la pelicula parte de un relato de Eugenio Montes, escritor católico que perteneció al núcleo fundador de la Falange (los llamados Camisas Viejas) y fue embajador de Franco ante el gobierno fascista de Portugal. Para trasformar el relato en guión, Nieves Conde solicitó la colaboración de otro escritor, falangista aún en aquellos años: Gonzalo Torrente Ballester. Así que uno de los más duros desmentidos al "paraíso" en que Franco habia transformado a España, vino de la mano de tres destacados intelectuales del partido en el que el régimen basaba toda su justificación idelógica.

La "traición" no sentó bien, como era de esperar. Y eso que eran los años en que Garcia Escudero intentaba renovar el cine español. De hecho, Surcos habia obtenido de la Dirección General la calificación de "Obra de interés nacional" y el Premio Nacional del Sindicato del Espectáculo. A quien más le enfadó esto fue a la productora CIFESA, que ese mismo año habia producido Alba de América, una pelicula de exaltación de Isabel la Católica, y esperaban llevarse ellos estas distinciones. El presidente de CIFESA, Vicente Casanova movió todos sus hilos para desprestigiar el film. En ésa tarea contó con la ayuda decidida de la jerarquia católica. Al director general Garcia Escudero, este asunto le costó el cargo.

Nieves Conde siguió dirigiendo cine y ha dejado obras tan redondas como Los peces rojos (gracias a la actriz Alba Ferrara por descubrirmela), pero su carrera ya estuvo sembrada de obstáculos. El falangista Nieves Conde se habia convertido en un bicho raro para su propia gente. Pero para los historiadores y críticos de la oposición, su filiación política se les atragantaba también. Pensemos que gran parte de esta historia se reescribe en la transición, con el cadáver de Franco aún caliente y con una clase intelectual de izquierdas nada dispuesta a concederle ningún mérito al "enemigo". Nieves Conde cayó en el fuego cruzado de los dos bandos.

A traves de la televisión, Garci fue de los primeros en poner, públicamente, las cosas en su sitio: Surcos es una joya del cine español y Nieves Conde fue un excelente director. Afortunadamente ya no somos tan maniqueos como fuimos, pero los años de olvido hicieron mella. Nadie que la haya visto niega hoy la calidad de Surcos, el problema es qué pocos son los que han podido verla.

Pero, mira por donde, buscando un clip de la película para ilustrar el artículo, lo que me he encontrado es la película completa. Aqui la teneis. Disfrutadla, porque es una obra maestra.

martes, 24 de noviembre de 2009

Lotte Reiniger: La encantadora de sombras

Hacia muchos, muchos años que no habia visto cine de animación. Tampoco fui nunca muy aficionado al género. Preferia, de lejos, las peliculas de aventuras. Recuerdo, eso si, haber visto en su estreno la versión de El Libro de la Selva, de Disney, a finales de los sesenta. Y poco más. La cosa cambió al nacer mi hija, hace ocho años. Me vi metido en un master acelerado que me obligó a ver, con cuarenta y tantos años, la producción completa de Disney. Me convertí también en un experto en Teletubbies. Lo mejor de todo que descubrí el trabajo de la gente de Pixar (Toy Story me pasó desapercibida en su momento pero a partir de Monstruos S.A. estuve pendiente de cada uno de sus estrenos). He disfrutado mucho con Ratatouille y UP. Considero Wall-E una obra maestra absoluta, no sólo de la animación, sino del Cine en general. Y ya tenemos reservada fecha para ir a ver Planet 51.

Hace algunos dias andaba por Youtube y la Wikipedia, rastreando algunos temas del cine alemán de entreguerras. Ahi me encontré con Lotte Reiniger, que fue una gran pionera del cine de animación europeo. Pero, dentro de la animación, Reiniger representa una peculiaridad que la hace casi única: trabajaba sus personajes recortando en cartulina sus siluetas articuladas. Veamos algo de su trabajo (una muestra tardia, realizada ya en los 50 en Inglaterra y en color)



Por supuesto no tiene el colorido de Buscando a Nemo, no tiene la precisión con la que un parque de superordenadores hace mover cada pelo del bigote de Ratatouille. No será facil que los chavales de ahora lleguen a apreciarla. Por sistema rechazan todo los que les llegue en blanco y negro (la mayoria de los films de Reiniger son en blanco y negro). Vista desde nuestra época, la narración en off puede resultar cargante y la música de fondo sosa. Y la trama tremendamente ingenua, sin los grandes giros de guión de las producciones actuales. Nuestro sentido del espectáculo es ya otro.

Y sin embargo qué encanto se desprende de esta pequeña joya. Los personajes, a pesar del método empleado para animarlos, tienen una elegancia de movimientos digna de la mejor época del Disney clásico (¡con qué gracia se sentaba Blancanieves junto al pozo!). Con estas películas pasa como con los viejos juguetes que uno mismo se fabricó (no habia coche teledirigido mejor que una caja de zapatos atada a un cordel).

Lotte Reiniger nació en Berlín en 1899. Era una gran admiradora de Georges Meliès y Paul Wegener y se interesó dese muy joven por el cine de animación. Sus padres consintieron a regañadientes en dejarla estudiar en la escuela de teatro de Max Reinhardt, en donde tambien trabajaba Wegener. Pronto destacó y empezó a trabajar en el laboratorio del Instituto de Innovaciones Culturales alemán. Allí conoció a Carl Koch, su marido y colaborador desde entonces. Desde sus primeras películas, Reiniger tuvo la colaboración de grandes artistas como los músicos Kurt Weill y Paul Hindemith. De su trayectoria hay un buen resumen en el capitulo correspondiente de la Wikipedia. A él me remito.

Quiero destacar, sin embargo, la peripecia de Reiniger y Koch a partir de la llegada de Hitler al poder. El matrimonio intentó establecerse fuera de Alemania. Pero de 1930 al 1939 tuvieron que ir mudándose de ciudad en ciudad a medida que los visados iban expirando, sin conseguir una residencia definitiva. Al estallar la II Guerra Mundial no tuvieron otro remedio que volver a Berlin, en donde ya pasaron los años del conflicto. Aún asi, dando tumbos, llegaron a producir 12 películas.

En 1949, la pareja se establece definitivamente en Londres, en donde fundan la productora Primrose y reciben numerosos encargos de la BBC (¿alguien se pregunta aún para qué sirve una TV pública?). Koch murió en 1961, pero Lotte Reiniger siguió trabajando hasta poco antes de su muerte, en 1981, con 82 años.

Hace algún tiempo, la 2 emitió un documental en el que aún podemos ver a Lotte Reiniger trabajando. A su edad otras abuelitas cuentan cuentos. Lotte Reiniger seguia creándolos con sus manos.



Como os decia al principio, en unos dias iré a ver Planet 51. Y espero impaciente el próximo estreno de Pixar. Pero ojalá que estas maravillas de la animación actual no nos hagan olvidar la labor de pioneros como Lotte Reiniger.

jueves, 12 de noviembre de 2009

Carta abierta a Alberto Oliart



Estimado Sr. Oliart:

Quisiera, antes que nada, felicitarle por su nombramiento como Presidente de RTVE. Me cae usted bien. Jamás le voté (la UCD no era lo mio), pero creo que fue uno de los políticos más presentables de la transición. Y sin duda debe ser usted un tipo curioso, capaz de compaginar asuntos tan diversos como ser Ministro de Defensa con Adolfo Suárez a la vez que suegro de Joaquin Sabina. Créame que me encantaria compartir con usted algún rato de tertúlia porque debe tener cosas interesantísimas para contar. No sé si el Ente necesita un milagro. De momento usted llega con uno bajo el brazo: su nombramiento ha conseguido poner de acuerdo a Zapatero y Rajoy.

Aún así, su llegada ha traido cierta polémica. No por sus méritos como gestor de un servicio público, que pocos dicuten, sino por su edad: 81 años. En los foros he leido durante el dia un montón de comentarios. Hay quien se pregunta, con toda crudeza pero con realismo, si podrá usted llegar a completar el tiempo de su mandato. Otras voces claman por una renovación generacional, necesaria a su entender, que dificilmente vendrá de su mano. Tambien son muchas los que defienden el valor de la experiencia y nos ponen como ejemplos a otros ancianos dotados de una lucidez extraordinaria, como Jose Luis Sampedro, Saramago o el difunto Francisco Ayala.

A mi su edad no me preocupa en exceso. Al fin y al cabo la Presidencia del Ente es un cargo que tiene mucho de honorífico y protocolario. Otra cosa hubiera sido la Dirección General. Ahí si que hay que fajarse dia a dia. Y además poseer una experiencia en el medio que usted no tiene. Pero su función no es hacer subir las audiencias. Quizá tenga más que ver con aportar sentido común a la gestión de uno de los juguetes más caros del Estado. Ahí si le veo. ¿Por qué no?

Además, personalmente, me repatea un culto a la juventud que encuentro, a veces, exagerado. Yo, por ejemplo,tengo 51 años y desde que cumplí los 35, he sido considerado el "abuelo" de los equipos de guionistas de los que he formado parte. Que barbaridad, ¿no le parece?. Debo reconocer, también, que he aprendido tanto, como profesional y como persona, de gente mayor que yo, que no puedo sino mirarlo con el mayor respeto.

Pues aún asi, siento decírselo, hay algo en su nombramiento que se me atraganta. Hay algo en sus 81 años que me hiere profundamente, como profesional y como espectador. Le explico:

Hace un par de años RTVE puso en marcha un Expediente de Regulacion de Empleo (en adelante ERE) que supuso la jubilación anticipada (¡y forzosa!) de 4150 trabajadores de la casa mayores de 53 años. En su momento ya se dijo que pocas veces se habia visto un mayor despilfarro en una empresa: prescindir de golpe del personal más curtido, más maduro, más experto... Ése ERE envió a casa a gente como Rosa Calaf, Pedro Erquicia, Antonio Gasset, Sebastián Álvaro, Fernando Argenta... i tutti quanti. No es que esta gente tuviese prestigio por trabajar en RTVE.. es que eran ellos los que prestigiaban al medio trabajando allí, creo yo.

¿Un ERE o un genocidio? Muchos de estos profesionales deseaban seguir trabajando y estaban en condiciones de rendir como el que más. O mejor, mucho mejor, porque bagajes profesionales como los de esta gente no se improvisan. Si para muchos de ellos el ERE fué un drama humano (y no vale decir que se les indemnizó bien, ¡faltaria más!) tambien lo fue para el espectador. Pondré sólo dos ejemplos: No me imagino Clásicos Populares o El Conciertazo (dignisimos ejemplos de lo que deberia ser una radio y tv pública) sin Fernando Argenta. O Al filo de lo imposible, un programa que dió tanto prestigio a la casa, y que sin su creador y director "nato" Sebastián Álvaro, no tenia otro destino que desaparecer.

¡Cuanto talento echado a la basura por decreto! ¿Que habia que aligerar plantilla? No lo discuto. Pero que al final el único criterio fuese la edad (53 añitos, unos chavales) pasando por alto la cualificación, la experiencia, el saber hacer acumulado... qué despropósito. Para mí aquel episodio fué una de las mayores vergüenzas de la historia de RTVE.

Por eso D. Alberto, sus dignísimos 81 años me hieren y me molestan. Entienda que no es nada personal. Ni mucho menos falta de respeto a sus canas. Pero después de aquel ERE, su edad me parece una burla hacia aquella generación de profesionales tan absurdamente sacrificada.

Si al menos pudiese usted, desde su posición como Presidente de RTVE corregir aunque fuese en parte aquel despropósito... Sé que es dificil, por razones jurídicas, económicas, sindicales... pero qué gran notícia seria que algunos de aquellos profesionales que, queriendo y sabiendo trabajar, se marcharon de allí de una patada en el culo, pudiesen encontrar algún camino de vuelta. Por favor, D. Alberto, estudie usted el tema. Por edad y por historial, le supongo a usted sensible a éste asunto. Écheles un cable a estos muchachos y muchachas de cincuenta y pico que tan buenos momentos de TV nos han dado.

Le deseo la mayor suerte en esta etapa y le envio un cordial saludo.

domingo, 25 de octubre de 2009

Canción de un "okie" para un coche de "yuppie"

Yo no creo en las maldiciones... como mucho en las coincidencias divertidas. Y ésta es una de ellas. Hace un año y pico, cuando aún no teniamos plena conciencia de la crisis, una marca de coches de lujo utilizaba una vieja y divertida canción para anuciar uno de sus modelos. Aqui teneis el spot:



El anuncio es francamente bueno. En el coche me he fijado menos (ni siquiera tengo carnet de conducir). Pero la canción me encanta. Es Car song de Woody Guthrie. Quizá más de uno de los que se hayan gastado los casi cincuenta mil euros que vale el cacharro, lo conducirán tarareando esta deliciosa canción, camino de la reunión del Consejo de Administración o del torneo de pádel del club de gerentes. A más de uno de estos yuppies se les iba a atragantar el bocado de sushi su conociesen al okie que la compuso y cantó. Aqui os pongo la foto más conocida de Woody Guthrie. Atentos a la inscripción que luce en la guitarra:



"Esta máquina mata fascistas". Más claro imposible. La foto de Guthrie, por supuesto, no figura en los folletos publicitarios del coche. Dado el público al que va dirigido, ni el cantante ni la canción iban a ser ya tan simpáticos como parecian. Cuentan de Guthrie que era un tipo cordial, a pesar de la mala leche que desprende su guitarra. Pero en la América de los años 30, un okie tenia muchos motivos para el mal humor. Y como ya hemos usado tres veces la palabra, ha llegado el momento de explicar que es un okie. Hagamos un poco de historia.

En 1929 el sistema financiero mundial se desplomó, arrastrado por el martes negro de Wall Street. Las consecuencias fueron gravísimas para todo aquel que tenia algunos ahorros o alguna inversión. Pero en el campo, donde se vive al dia, esto no tiene mucha importancia. Mientras haya un huerto y un corral junto a la casa, la comida diaria, al menos, no falta. Para los campesinos de los estados centrales de Estados Unidos, el problema llegó un poco después. En 1930 se inició un periodo de sequia que se alargó durante varios años. La tierra estaba tan seca que el viento levantaba la tierra formando unas terribles tormentas de arena. La gente llamaba a aquella llanura, antes fértil, The Dust Bowl, el gran cuenco de polvo. Éso sí fue la ruina para miles de pequeños granjeros de Oklahoma, Kansas, Tennessee, Georgia... que no tuvieron otro remedio que empaquetar sus cuatro cosas, abandonar la granja y emprender un largo camino hacia California, montados en sus ruinosas camionetas. Cuando se habla de la Gran Depresión hay que tener en cuenta éste desastre natural y humano, tanto o más que el propio descalabro de las instituciones financieras.



Éste éxodo fué protagonizado sobretodo por los campesinos pobres de Oklahoma, a quienes se les llamó popularmente "okies". Por extensión, se le acabó aplicando el nombre a todas las familias de campesinos pobres que cruzaban el pais camino del Oeste, fuese cual fuese su esatdo de procedencia. La película "Las uvas de la ira" de John Ford, basada en una novela de Steinbeck y protagonizada por Henry Fonda, narra magistralmente las peripecias de una típica familia okie. La colección de fotos de Dorothea Lange en muy ilustrativa de la época.



Los vehiculos de ésta gente no son precisamente de gama alta, pero creo que se parecen más a lo que Woody Guthrie tenia en la cabeza cuando compuso Car Song que el Audi Q5. Guthrie, que habia nacido en Oklahoma en 1912, fué uno de los muchos que tuvieron que dejar su casa. Por entonces ya habia hecho algunos intentos de convertirse en cantante profesional. Y el viaje al oeste le terminó de "profesionalizar", pero en un sentido muy diferente a lo que hoy entendemos por carrera artística. Guthrie viajaba con su guitarra, en autoestop, caminando, colándose como polizón en los trenes de mercancias... Cantaba para cualquier campamento de campesinos errantes que encontraba por el camino, a cambio de la comida. Guthrie llegó a ser un tipo muy popular sin dejar de ser un vagabundo. A finales de la década ya se estableció en Los Angeles, donde escribia una columna diaria para el People's Daily World, un periódico del Partido Comunista de América. Para conocer más sobre la vida de Woody Guthrie hay un excelente artículo en la wikipedia. Señalaré simplemente que gente como Pete Seeger y Bob Dylan lo consideran su maestro.

De Woody Guthrie sólo se conservan un par de fragmentos de película. Observese el "glamour" que desprende el local en el que actua. Seguro que si lo encuentra haciendo autoestop el propietario de un Q5 no le para...



A lo que iba desde el principio del artículo... ¡Que gran paradoja que el vagabundo comunista que compartió tantos dias de camino con los más pobres, cantando para ellos, terminase ilustrando con una de sus canciones el anuncio de un coche tan exclusivo! Si Guthrie, que murió en 1967, levantase la cabeza... le habria metido a Audi un pleito por daños morales, creo yo. Pero, por eso hablaba de casualidades que parecen maldiciones, poco despues del lanzamiento de este coche llegó la crisis, una crisis que dicen será tan dura como la de los años 30. Y quizá alguno de los que se compró este carísimo coche esté hoy maldiciendo la mala marcha de sus negocios. Quizá se afloje la corbata de Armani para canturrear un poco la Car Song, mientras conduce, a ver si se olvida sus problemas. Seguro que Guthrie, desde su tumba, se descojona al verlo. Justicia poética...