jueves, 10 de diciembre de 2009

Nuestro castizo garrote vil (manual de instrucciones)

"Pero, dejádme, ¡ay!, que yo prefiera la hoguera, la hoguera, la hoguera..." Así cantaba Javier Krahe en la canción que abria aquel mítico disco que grabó junto a Joaquin Sabina y Alberto Pérez en la sala La Mandrágora, de Madrid. La Hoguera fue el primer gran éxito de Krahe y, para muchos, sigue siendo su canción más representativa. El disco se grabó en 1981, tres años después de la abolición de la pena de muerte en España. Buen momento pues para permitirse hacer algo de coña con el tema.

Krahe preferia la hoguera, sin desdeñar otros procedimientos (la canción hace un repaso de los pros y contras de cada uno). La hoguera no era exactamente un procedimiento típico de la justicia española, sino más bien eclesiástico. Aqui fue sobretodo un instrumento de la Inquisición, pero no se aplicaba en otros ámbitos. Tampoco la hoguera es exclusiva de España. Francia (Juana de Arco) o Estados Unidos (las Brujas de Salem) también encendieron sus fogatas ad maoirem Dei gloriam.

El que sí era tan nuestro como el flamenco o los toros era "nuestro castizo garrote vil". Cierto que se usó en otros países, así se ejecutó por ejemplo a la primera esposa de Mao Tse Tung. Pero entre nosotros tomó tal carta de naturaleza que se convirtió en uno de los símbolos más típicos de la "España Negra".

Me ha venido todo esto a la cabeza al leer que Estados Unidos tiene en estudio una modificación de la fórmula empleada para ejecutar mediante inyección. Se espera que esta fórmula nueva sea menos dolorosa para el reo. Este detalle humanitario de la administración Obama (hoy mismo ha recibido el Nobel de la Paz, enhorabuena) me ha hecho recordar no sólo la canción de Krahe, sino un demoledor documental español que se estrenó en 1977, aunque se rodó clandestinamente en 1973.

Aqui os pongo un pedacito especialmente escogido. Los que intervienen en él no son una pareja cómica, aunque puedan parecerlo por momentos. Se trata de dos auténticos verdugos (Administradores de Justicia, según el Convenio), que ejercieron durante los últimos años de vigencia de la pena capital en España. Ahi va todo un sencillo y claro manual de instrucciones de su instrumento de trabajo.



"Y se puede ir uno ya, que eso ya queda hecho..." Joer, que profesionales, la seguridad que da el oficio... Decia antes que por momentos parecian una pareja cómica. ¡Y tanto! Si no supiésemos quiénes son en realidad hasta podrian hacerle la competencia al gran Pepe Isbert: "Cuidado con la palomilla de la derecha, que está floja...".


Queridísimos Verdugos
. Así tituló su documental Basilio Martín Patino. Al cineasta nunca le gustó definirse como documentalista, él preferia "incordiador". Aunque dejó firmados tres interesantísimos documentales: Canciones para después de una guerra y Caudillo, además de éste.

Tal vez los otros dos documentales hayan envejecido ahora que han perdido su razón de "oportunidad política". De Canciones hay que salvar, eso si, su valor como documento de la memoria sentimental colectiva (con Franco o sin él me sigue gustando escuchar Ojos verdes) Pero Queridisimos verdugos me sigue pareciendo actual y rompedor. Aunque la pena de muerte lleve abolida más de veinte años. Mientras siga teniendo sus defensores habrá que seguir viendo esta película (yo la pasaria en todos los Institutos, en clase de Educación para la Ciudadania).

Y no ha envejecido porque el retrato social de tres desheredados (los dos de la escena y un tercero) dispuestos a todo por un plato de lentejas me sigue sonando a cosa de hoy hoy mismo. Como crónica negra tampoco tiene desperdicio: por las manos de estos "artistas" pasaron los gaznates de la creme de la creme de la delincuencia española de medio siglo.

En el género documental "comprometido" se han hecho cosas muy buenas en estos últimos años (Balseros, La espalda del mundo...) pero creo que el sabor a vinagre que te deja en la boca Queridisimos verdugos es especialmente intenso. En fin, un título imprescindible.

2 comentarios:

Paco Lopez Barrio dijo...

Gracias Ariadna. Ahora mismo voy a echarle un vistazo al tuyo

Daniel Portillo dijo...

Que buenos recuerdos me trae la Mandragora.

La canción esa que dice -seguro que está en el cielo a la derecha de Dios. Adivina, adivinanza , a quien canta mi canción.

O algo así. La verdad es que el disco tiene canciones muy buenas.