lunes, 12 de mayo de 2008

La estrategia del caracol: el pacto con la (i)realidad

En una historia todo puede ser creible si esta bien encajado con las premisas del mundo en el que esta se sitúa. Por ello aceptamos sin mayor problema las naves extraterrestres, los viajes en el tiempo o las armas ultrasofisticadas de la ciencia ficción. Pero incluso cuando nuestra historia crece sobre el aqui y ahora los límites de la credibilidad pueden ensancharse o contraerse de acuerdo con el tono elegido para contarla. Un tratamiento de fábula nos permitirá mayores licencias que un tratamiento naturalista estricto. Mediante la eleccion del tratamiento, cada película "pacta" con el espectador los límites de la realidad.

La estrategia del caracol, de Sergio Cabrera permite observar un ejemplo muy claro de este principio. El guión original arrancaba la acción directamente en el desalojo de la casa. Pero, en el contexto de una historia narrada con un enfoque realista, se hacia muy dificil de creer la accion coordinada de los vecinos y los artilugios empleados para vaciar la casa sin que nadie se diese cuenta. De haberse estrenado la película así, probablemente no habría sido el éxito que fué. El público habria protestado por la tomadura de pelo.

El director y los guionistas de la película (asi me lo contó Jorge Goldenberg, uno de los responsables de la revisión final) eran conscientes de este problema y decidieron añadir una sencilla secuencia inicial, que de hecho se escribió cuando ya estaba rodado el resto de la película. La secuencia es ésta:



¿Qué aporta esta secuencia? Credibilidad. Sucede años después que la historia principal, en otro desalojo. El entrevistado es bastante charlatán y se presenta a sí mismo como héroe de una gesta mítica pasada. Esta secuencia nos sugiere que lo que vamos a contar no es necesariamente lo que sucedió, sino lo que este personaje dice que sucedió. La historia ya no se narra directamente, sino mediante el testimonio de un tipo que probablmente sea un embaucador.

El efecto de todo esto es que el desalojo de la Casa Uribe quede situado en el terreno de la leyenda urbana. A partir de esta reubicación conceptual el realismo del tratamiento posterior ya no choca con el caracter fantástico de los hechos. Ahora ya vamos a aceptar sin mayores problemas que un edficio entero se vacie por dentro de noche, sin que nadie se de cuenta, usando ingeniosos artilugios mecánicos. El espectador ha firmado con el autor un pacto que amplia los límites de la realidad hasta donde le ha convenido a la historia. Ahora ya podemos disfrutar de este relato sin ninguna reticencia.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Qué gran película. Durante años repetimos aquello de "la injusticia de la justicia" y, sobre todo, "la falta de estrategia de la clase inquilinal". Gracias por recordármelo. Muy interesante tu blog. Tomo nota de tu página. Felicidades.