martes, 2 de diciembre de 2008

Prometeo era negro, según John Sayles

Una de las reglas de oro del guión dice que los diálogos no deben usarse -jamás- para que los personajes expresen ideas o sentimientos. Habria que matizar. Más que un tabú es una precaución contra la pereza: no resuelvas una escena de la primera manera que se te ocurra porque siempre hay otra opción mejor. Y muchas veces, detrás de estos monólogos, lo que hay es pereza. Porque "dramatizar" cuesta. Claro que es nuestro trabajo. Pero de ahi a la prohibición total del pensamiento en voz alta va un trecho. Pero es que, además, el privilegio del maestro es saltarse las reglas. Las conoce tan bien que sabe cómo y cuando hacerlo.

Acabo de ver Honeydripper, de John Sayles. La película está bien. Pero uno de los momentos que mas me ha gustado - y emocionado -es éste. Tyrone Purvis, una vieja gloria del Jazz, regenta un garito -el Honeydripper- en la Alabama de 1950. Teme que tendrá que cerrarlo en pocos dias. No puede resistir la competencia del Toussaint, su rival, que tiene una máquina que pone discos. Son además los años en los que el rock&roll emergente les está comiendo el terreno a los viejos músicos de blues y jazz. Sentado al piano deja ir este pensamiento:



Sobre los orígenes del jazz -de la música afroamericana en general- se ha escrito mucho. Pero me gustaria creer que todo sucedió como lo ha contado Ty Purvis. La historia del criado negro que un dia, en ausencia del amo, se atrevió a tocar el piano del salón es un hallazgo. Y me trae a la cabeza el mito de Prometeo. Como ahora la cultura clásica está de capa caida, recordaremos que Prometeo fué el héroe grigo que robó el fuego a los Dioses para entregárselo a los hombres. Los antiguos griegos ya sabian que la conquista del fuego fué fundamental para que el mono se conviertiese en ser humano y lo explicaron asi, sirviéndose del mito de Prometeo. Al fin y al cabo, tanto en la Alabama de 1950 como en la Hélade la gente tiene un mismo objetivo: hacer suyo todo aquello que les permita ponerse en pié como personas. En pié frente a los dioses o frente al amo de la plantación. Como Prometeo, aquel esclavo "robó" el piano para dárselo a les negros. Me parece una leyenda hermosísima.

Aprovecho la ocasión para recomendar la obra de John Sayles, un cineasta independiente autor de joyas como Lone Star, Hombres con armas, La casa de los Babys.. Un compañero me habló de Lone Star hace un par de años. Yo no la conocia ni conocía al director. Después de verla me dediqué a recuperar la filmografia completa de Sayles (guionista, director y ¡montador! de todos sus films). Y ahora lo tengo sentado en mi pequeño cielo a la derecha de Cassavetes.

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