Si hacemos el recuento de todos los escenarios en los que alguna vez se ha situado una escena de alguna película, o serie de tv, no quedaria ni una sola posibilidad inédita: campos de batalla, oficinas, calabozos, dormitorios, iglús, selvas, glaciares, naves terrestres y extraterrestres... Pero si hacemos una estadística, la localización estrella son los bares, en cualquiera de sus variantes. Con diferencia sobre cualquier otra.
Ya lo cantaba Gabinete Caligari: "Bares, que lugares tan gratos para conversar..." Que levante la mano quien jamás le haya contado a un amigo sus penas de amor tomando una copa. Así que es normal que una ubicación tan corriente en la vida real lo sea tambien en la ficción. Me pregunto, no obstante, en cuántas de estas escenas la localización obedecía a una auténtica necesidad dramática y en cuántas no era más que pura rutina y pereza. ¿Que A tiene que contarle a B que "mi mujer me ha abandonado"? Pues muy fácil, escribimos INT/NOCHE Bar de copas. Y allá va.
Pero si no nos conformamos con seguir este automatismo se pueden conseguir resultados muy brillantes. Veamos una secuencia de Cuando Harry encontró a Sally, con guión de Nora Ephron:
Aunque lo que Harry le cuenta a su amigo es triste, estamos en una comedia. En esta escena el efecto cómico lo da las veces que los protagonistas, sin dejar de hablar de tan delicado tema, se levantan para hacer la ola junto al resto del público. No sé si la primera opcion de la guionista fué situar esta escena en el típico bar de copas. Pero queda claro que, si nos pensamos la localización dos veces, podemos mejorar mucho el asunto. En último caso siempre estamos a tiempo de volver al bar si las alternativas que se nos ocurren no funcionan o son demasiado estrafalarias.
Tuve la suerte, hace un par de años, de asistir a un seminario con Albert Espinosa (si tenéis ocasión de ver y analizar cine con él, no os la perdáis). Albert nos proponia ejercicios continuamente y además dándonos muy poco tiempo para responder. Uno de sus ejercicios preferidos era éste: Nos planteaba el objetivo de una escena y, si acaso, un par de limitaciones. Nuestra tarea era idear la situacion que permitiese a los personajes cumplir con su propósito. Por ejemplo A va a dejarle claro a B que la quiere. Ojo, sin utilizar las palabras "te quiero" o "estoy enamorado de ti" ni nada explícito. Pero aún así el mensaje debe ser inequívoco. Además esta "declaracion" no puede producirse durante una cita a propósito, sino en un entorno cotidiano para los dos (A y B son compañeros de trabajo). Cada uno de nosotros creaba una situación y como final del ejercicio, tras exponer nuestras alternativas, Albert nos mostraba un ejemplo de alguna película en el que la misma situacion se habia resuelto de manera magistral. Nos aconsejó hacer esto en casa con frecuencia, como gimnasia creativa. Y la verdad es que es muy estimulante tomar una escena más o menos clásica e idear nuestra propia forma de llegar al mismo sitio por un camino diferente.
Así que os cuento mi alternativa a la escena de Cuando Sally encontró a Harry:
Muchos "abandonados" suelen pretender recuperar actividades perdidas durante su vida en pareja, por ejemplo salir con los amigos a hacer deporte. Así que me imagino a Harry y su amigo, con sus bicicletas, antes de empezar la excursión. Mientras Harry le cuenta está hinchando una rueda de la bicicleta. El diálogo es idéntico al de la escena original.
Aqui la comicidad la ponen la pinta que tienen los dos con sus piernas peludas, el culotte ajustado marcando paquete, los cascos y protecciones. Ademas, el amigo mira de vez en cuando con preocupación a la rueda. Harry está tan metido en lo que cuenta que posiblemente esta hinchando de más. Al final cuando dice: "ése sintoma se está follando a mi mujer", la rueda explota.
Sin duda es una solución mucho peor que la que propone Nora Ephron en la película. Pero me ha servido para obligarme a sacarlos del bar. Y aprender y ejercitarme un poco más.
martes, 27 de enero de 2009
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