miércoles, 26 de septiembre de 2007

Guionista en Rosario: Un país sin trenes

En 2002 se estrenó la coproducción hispano-argentina-uruguaya "El último tren", protagonizada por Federico Luppi y Héctor Alterio y premiada con un Goya. La película cuenta la historia de dos viejos ferroviarios uruguayos que, al grito de "el patrimonio no se vende," secuestran una vieja locomotora para que no sea trasladada a unos estudios de Hollywood. Con ella emprenden una huida desesperada a través de la desmantelada red ferroviaria del país.

Aunque ambientada en Uruguay, la historia podria haber transcurrido en Argentina. Fué inevitable acordarme de estos dos viejos maquinistas en cuanto pisé los andenes de la estación de Rosario Norte, en donde íbamos a rodar la primera secuencia del documental.



Cuando preparábamos la preproducción desde España, me preocupaba localizar una secuencia con diálogos clave en los andenes de la estación de una ciudad de un millón de habitantes. Imaginaba un lugar lleno de gente y ruidos. Los responsables de la estación nos explicaron que ya sólo un único tren semanal llegaba a Rosario. Ni en un cementerio íbamos a encontrar tanto silencio.

La red argentina de ferrocarril fué la más importante del continente (47.000 km), por la gran extensión del país y su dinamismo económico durante la primera mitad del siglo XX. Las grandes líneas que unian las ciudades argentinas estuvieron en manos privadas hasta que en 1948 fueron nacionalizadas por Perón. Y así, con alguna reprivatización puntual, se mantuvieron hasta las reformas neoliberles de Menem. Entre 1991 y 1993 el estado se deshizo de toda la red y se cerraron practicamente la totalidad de las líneas. La línea Rosario-Tucumán subsiste a duras penas subvencionada por el gobierno regional tucumano, para no dejar completamente incomunicada una de las provincias más pobres.

El dia que rodamos en Rosario Norte habia tren. En los andenes esperaban desde primera hora de la mañana un par de familias tucumanas mostrando en su vestimenta un grado de pobreza varios grados por debajo del promedio del país. Un poco alejados del andén, decenas de trenes se oxidan en las vias muertas. Estos convoyes, hoy desalojados, funcionaron hasta hace poco como vivienda de los rosarinos más pobres.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Habría que aclarar, a mi entender, que no la gente pobre que viaja en tren no sólo se dirige a Tucumán, sino a también a otras provincias aun más pobres como Jujuy, Salta o Santiago del Estero.